Título: Nunca me abandones
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2005
Género: Ciencia ficción
Páginas: 336
Sobre el autor: Kazuo Ishiguro
Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) es un escritor británico de origen japonés y una de las figuras clave de la narrativa contemporánea. Trasladado al Reino Unido durante su infancia, se formó en Literatura y Filosofía en la University of Kent y posteriormente cursó el máster de Creative Writing en la University of East Anglia, centro fundamental en la renovación de la narrativa británica del siglo XX.
Tras debutar con A Pale View of Hills (1982) y An Artist of the Floating World (1986), alcanza el reconocimiento internacional con The Remains of the Day (1989), obra galardonada con el Booker Prize. En 2017 recibe el Premio Nobel de Literatura, concedido por “novelas de gran fuerza emocional que han revelado el abismo bajo nuestra ilusoria sensación de conexión con el mundo”.
Los rasgos distintivos de su estilo son:
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el uso de narradores en primera persona profundamente limitados (mayordomos, criadas, clones, robots),
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la exploración de la memoria, la culpa y el autoengaño,
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y, en sus obras más recientes, la integración de elementos de ficción especulativa (clonación, IA, biotecnología) para plantear preguntas sobre qué significa ser humano.
Análisis
Nunca me abandones es una novela de ciencia ficción especulativa que utiliza un futuro muy cercano y aparentemente anodino para plantear uno de los dilemas morales más incómodos de nuestro tiempo: qué ocurre cuando una sociedad decide, de manera ordenada y educada, que algunas vidas pueden existir únicamente para servir a otras. Publicada en un momento en que la clonación y la biotecnología ocupaban el centro del debate público —tras el caso Dolly y en pleno cuestionamiento ético sobre las células madre—, la obra evita cualquier detalle técnico para desplazar la reflexión hacia el terreno social, político y emocional.
La historia se sitúa en una Inglaterra alternativa pero perfectamente reconocible, donde no existen grandes gobiernos distópicos ni escenarios futuristas. Todo es tranquilo, funcional y civilizado. Desde este marco, la narradora, Kathy H., reconstruye los recuerdos de su infancia en Hailsham, un internado idílico donde los niños reciben educación, afecto y estímulos culturales. Poco a poco, el lector comprende que estos niños son clones creados con un único propósito: convertirse en donantes de órganos hasta “completar”. La fuerza de la novela no reside en la revelación, sino en la forma en que esta verdad se insinúa gradualmente, casi sin dramatización.
Uno de los mecanismos más perversos del libro es lo que podría denominarse una pedagogía del silencio. Los personajes no ignoran por completo su destino: desde pequeños reciben advertencias, límites y normas que les indican que no tendrán hijos, que no podrán decidir su vida y que deben cuidar su cuerpo. Sin embargo, la verdad nunca se formula de manera explícita. Los clones “saben”, pero no disponen del lenguaje ni del espacio simbólico para articular ese saber. Cuando la realidad se hace explícita, ya llega demasiado tarde para transformarla. El conocimiento no conduce a la rebelión, sino a la aceptación.
En este proceso, el lenguaje desempeña un papel central. Ishiguro construye un sistema de términos asépticos y eufemísticos —donaciones, completar, cuidadores— que elimina la violencia del discurso y permite que el sistema funcione con una buena conciencia colectiva. No es necesaria la represión ni la fuerza: el control se ejerce a través de la normalización semántica. La tragedia no es tanto lo que ocurre, sino lo normal que parece.
Los personajes principales, Kathy, Tommy y Ruth, no son héroes ni rebeldes. Se quieren, se equivocan, sienten celos y muestran pequeñas crueldades. El amor está presente, pero no como vía de escape, sino como una forma de hacer la vida soportable dentro de un destino cerrado. Kathy destaca por su capacidad de observación y contención emocional, cualidades que la convierten en cuidadora. Este rol no la salva, pero retrasa su final y permite que el sistema funcione de manera más estable. El cuidado aparece así como una forma sofisticada de sumisión: sostener a los demás para que el orden no colapse.
Aunque la clonación es el punto de partida, No me dejes nunca no es una novela sobre la ciencia, sino sobre la biopolítica: la gestión institucional de los cuerpos y de la vida. La tecnología permite producir cuerpos compatibles, prolongar unas vidas a costa de otras y establecer una jerarquía entre vidas completas y vidas instrumentales. En este sentido, la obra anticipa debates actuales sobre biotecnología, medicina regenerativa, gestión de la salud y desigualdades estructurales legitimadas por criterios técnicos.
Desde el punto de vista tecnológico, la novela integra los siguientes ejes:
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Clonación y biotecnología reproductiva
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Medicina regenerativa y gestión desigual de la salud
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Normalización tecnológica y control biopolítico
El final es coherente con la estética de Ishiguro: no hay explosión emocional ni condena explícita. Kathy acepta su futuro con serenidad y el mundo continúa girando. La tragedia no es la muerte, sino la normalidad con la que se ha asumido. No me dejes nunca es, así, una novela fundamental para pensar la relación entre tecnología, lenguaje y desigualdad. No denuncia la ciencia, sino la forma en que una sociedad puede integrar avances técnicos sin revisar sus fundamentos morales. El libro nos recuerda que el problema no es qué puede hacer la tecnología, sino qué estamos dispuestos a normalizar para que funcione.
Preguntas para el debate
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¿Cómo os habéis sentido mientras leíais el libro: incómodos, tristes, enfadados… o sorprendentemente tranquilos? ¿Por qué creéis que provoca esa sensación?
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¿Qué os impacta más: la idea de la clonación o el hecho de que todo el sistema funcione de manera tan normal, ordenada y sin conflicto aparente?
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¿Creéis que los personajes aceptan su destino porque no tienen alternativa o porque han crecido pensando que es lo que les corresponde? ¿Qué papel juega la educación en esta aceptación?
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En el libro, la tecnología médica salva vidas, pero a costa de otras. ¿Pensáis que en la vida real ya aceptamos decisiones similares en nombre del progreso o de la eficiencia?
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¿Os ha llamado la atención el lenguaje que se utiliza (donar, completar, cuidar)? ¿Creéis que la tecnología y la burocracia suelen emplear palabras neutras para ocultar decisiones duras?
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Si en el futuro la tecnología permitiera crear órganos o cuerpos “de reserva”, ¿creéis que realmente se usaría solo con fines éticos? ¿Quién debería poner los límites?
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La clonación del libro no es visible: no vemos laboratorios ni científicos. ¿Os resulta inquietante que las tecnologías más decisivas sean las que menos se ven y menos se discuten?
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Kathy acaba ejerciendo de cuidadora. ¿Pensáis que la tecnología puede sustituir los cuidados humanos o, por el contrario, hacerlos aún más invisibles y desiguales?
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¿Veis paralelismos entre el mundo del libro y tecnologías actuales como la biotecnología, la inteligencia artificial o la gestión de datos en salud? ¿En qué casos?
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Después de leer No me dejes nunca, ¿lo que más inquietud os genera es la tecnología en sí misma o la forma en que la sociedad decide utilizarla?
