Título: Klara y el Sol
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2021
Género: Ciencia ficción
Páginas: 336
Sobre el autor: Kazuo Ishiguro
Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) es un escritor británico de origen japonés. Su familia se trasladó a Inglaterra en 1960, donde él se formó y se nacionalizó británico. Estudió Literatura y Filosofía en la University of Kent y posteriormente obtuvo el prestigioso máster de Creative Writing en la University of East Anglia.
Se dio a conocer con A Pale View of Hills (1982) y An Artist of the Floating World (1986), pero se consagró con The Remains of the Day (1989), con la que ganó el Booker Prize y que lo situó como una de las voces más importantes de la narrativa inglesa contemporánea.
En 2017 recibió el Premio Nobel de Literatura, otorgado por “novelas de gran fuerza emocional que han revelado el abismo bajo nuestra ilusoria sensación de conexión con el mundo”. Sus obras más conocidas incluyen Never Let Me Go, The Buried Giant y Nocturnes, y combinan una prosa aparentemente sencilla con una gran carga emocional y moral.
Los rasgos distintivos de su estilo son:
- el uso de narradores en primera persona profundamente limitados (mayordomos, criadas, clones, robots),
- la exploración de la memoria, la culpa y el autoengaño,
- y, en sus obras más recientes, la integración de elementos de ficción especulativa (clonación, IA, biotecnología) para plantear preguntas sobre qué significa ser humano.
Klara y el Sol es su primera novela después del Nobel y la octava de su trayectoria.
Análisis
Klara y el Sol nos sitúa en un futuro cercano donde muchos niños estudian desde casa y viven bastante aislados; algunas criaturas han sido sometidas a una intervención genética llamada lifting, que les da ventaja académica pero aumenta el riesgo de enfermedad grave. Para combatir la soledad de estos niños existen los AA (Amigos Artificiales): robots de compañía con gran capacidad de observación e interacción. Klara es uno de estos AA. Al principio vive expuesta en una tienda, desde donde observa la calle y desarrolla una fascinación casi religiosa por el Sol, al que interpreta como una fuerza benevolente capaz de curar y dar vida.
La historia empieza cuando Josie, una adolescente enferma a causa del lifting, y su madre compran a Klara. La máquina pasa a vivir con la familia y se convierte en testigo privilegiado de las relaciones humanas: el vínculo frágil entre la madre y el padre separado, el amor adolescente entre Josie y su vecino Rick (no lifted, y por tanto condenado a la marginalidad educativa), y sobre todo el miedo silencioso que rodea la enfermedad de la niña. Desde su mirada literal, ordenada y obsesivamente observadora, Klara reconstruye un mundo que ella no acaba de comprender, pero que el lector ve con una claridad conmovedora.
Uno de los ejes centrales es la tensión entre amor y programación. Klara actúa con una devoción absoluta hacia Josie: la cuida, la vigila, se anticipa a sus necesidades, asume riesgos físicos por ella e incluso construye una especie de teología solar para salvarla. La novela plantea constantemente si este comportamiento es una forma de amor o simplemente la ejecución de un algoritmo altamente sofisticado. Ishiguro, fiel a su estilo, rehúsa dar una respuesta cerrada: siembra la duda en el lector e insiste en ella mediante la serenidad con la que Klara acepta su propio destino.
El lifting funciona como una metáfora de una meritocracia dopada: los niños “mejorados” genéticamente acceden a una educación de élite, mientras que los no-lifted (como Rick) son relegados a una segunda categoría social. Puede leerse como un paso más allá del elitismo educativo del sistema norteamericano: si hoy, para entrar en las universidades de prestigio y aspirar a puestos de poder, es necesario endeudarse durante años o incluso de por vida, en el universo de Ishiguro el peaje ya no es solo económico, sino biológico. Para poder competir, las familias deben estar dispuestas a hipotecar la salud de sus hijos, convirtiendo el cuerpo en el último territorio donde se juega la desigualdad.
Otro elemento clave es la fe de Klara en el Sol. Alimentada por energía solar, interpreta esta dependencia física como una relación espiritual: el Sol se convierte en una especie de divinidad capaz de conceder milagros. Cuando la salud de Josie empeora, Klara establece un “pacto” con el Sol: destruir la máquina Cootings, un artefacto industrial contaminante, a cambio de la curación de la niña. Este acto convierte al robot en una figura casi sacrificial: daña su propio cuerpo mecánico para purificar el camino de la luz. Que Josie se recupere después sin explicación clara deja abierto si hubo un milagro o una coincidencia médica, y sitúa al lector en el centro de un dilema entre fe, ciencia y azar.
La identidad y la sustitución aparecen con fuerza cuando descubrimos el plan de la madre y del artista-ingeniero Mr. Capaldi: crear una copia robótica perfecta de Josie para que, en caso de que muera, pueda “continuar” en un cuerpo artificial. Se ha modelado su rostro, sus gestos y su manera de hablar, y la idea es que Klara ocupe ese cuerpo y lo utilice como contenedor de las rutinas de Josie. La máquina, sin embargo, se niega: afirma que le faltaría la “verdad interior” de la niña. Con este giro, la novela entra de lleno en el debate contemporáneo sobre avatares digitales, digital twins humanos y bots que imitan a personas fallecidas, y plantea si una persona es reducible a sus patrones de conducta o si existe una dimensión irreductible que no puede copiarse.
Desde el punto de vista tecnológico, la novela integra tres grandes ejes:
- la IA emocional y la robótica social (Klara como amiga artificial y cuidadora),
- la biotecnología genética (lifting, niños modificados),
A diferencia de otras obras de ciencia ficción, Klara y el Sol no se detiene en detalles técnicos: utiliza la tecnología como marco para explorar cuestiones éticas y afectivas, y muestra cómo la innovación puede consolidar o amplificar desigualdades ya existentes.
El final es coherente con la trayectoria de Ishiguro: Josie se recupera y sigue con su vida; Klara, en cambio, queda obsoleta y es trasladada a un patio de chatarra donde pasa sus últimos días sentada en una silla, recordando y contemplando el Sol con serenidad. Recibe la visita de la madre, a quien asegura que está contenta por el futuro de Josie. No hay resentimiento, ni queja, ni dramatismo explícito: solo una dignidad silenciosa. El lector comprende que el personaje más leal, puro y dispuesto al sacrificio es también el más fácilmente sustituible. Klara salva a la niña, pero nadie salva a Klara.
Perspectiva de género
Klara y el Sol presenta un reparto en el que las figuras femeninas tienen un peso central pero heterogéneo: Josie, adolescente enferma y “lifted”; la madre, profesional de alto nivel atrapada entre la ambición social y el pánico a perder a su hija; y Klara, AA feminizado que ocupa el lugar de cuidadora silenciosa. Los hombres (el padre, Rick, Mr. Capaldi) tienen roles relevantes pero menos centrados en los cuidados y más asociados a la distancia emocional, el talento frustrado o el control técnico.
La novela muestra que los cuidados siguen recayendo en sujetos feminizados: la madre sostiene emocionalmente el proyecto familiar; Klara asume la vigilancia, la atención y el sacrificio; incluso el proyecto de sustitución de Josie implica crear una “nueva hija” robótica para llenar el vacío. Esto refleja una continuidad con el presente: aunque la tecnología se humanice, las tareas de cuidado tienden a asignarse a cuerpos (o dispositivos) con apariencia y código de género femenino.
A la vez, la relación entre la madre y Josie revela las expectativas desmesuradas que se depositan en las hijas “excelentes”: el lifting se asume como un requisito para no quedarse atrás, convirtiendo el éxito académico en una obligación inscrita en el cuerpo. El libro invita a debatir si la promesa de mejora tecnológica refuerza o subvierte los roles de género tradicionales, y cómo se redistribuyen —o no— las responsabilidades del cuidado en un escenario tecnificado.
Conclusiones
Klara y el Sol es una novela de ciencia ficción aparentemente discreta que, sin embargo, aborda cuestiones de gran calado: la mercantilización de la soledad, la medicalización del futuro de los niños, la fe ciega en la tecnología y la sustituibilidad de quienes cuidan. Con un marco tecnológico verosímil —robots de compañía, IA emocional, edición genética—, Ishiguro construye un mundo imperfecto pero plausible, donde la tecnología no es buena ni mala en sí misma, sino un instrumento que refleja y amplifica las contradicciones de una sociedad desigual.
La novela es especialmente relevante para una institución pública como la Fundación Bit, porque muestra, mediante una parábola accesible, lo que puede ocurrir cuando la innovación se aplica sin debate democrático, sin perspectiva de justicia social y sin una reflexión profunda sobre las emociones y los cuidados. La historia de Klara y Josie ilustra la necesidad de pensar la tecnología no solo en términos de posibilidad técnica, sino también de responsabilidad colectiva: quién decide, quién se beneficia, quién queda atrás y quién acaba, como Klara, en el patio de chatarra.
Preguntas para el debate
- ¿Klara entiende realmente las emociones o solo las imita? ¿En qué momentos del libro dudasteis de una cosa o de la otra?
- ¿Podemos considerar a un robot como una amiga? ¿Os parecería positivo o problemático que niños reales tuvieran una “Klara” en casa para combatir la soledad?
- ¿El lifting os parece ciencia ficción o una exageración de tendencias reales (bebés CRISPR, aumento cognitivo, elitización educativa)? ¿Qué nuevas desigualdades podría generar un sistema así?
- ¿Es moralmente aceptable intentar “continuar” a una persona mediante un doble robótico o un avatar digital? ¿A quién podría dañar y cómo?
- ¿Cómo interpretáis la curación de Josie: milagro del Sol, éxito médico, simple coincidencia? ¿Qué nos dice esta ambigüedad sobre cómo queremos entender la enfermedad y la tecnología?
- Si en el futuro una IA como Klara tomara decisiones erróneas que afectaran a personas (cuidados, diagnóstico, compañía), ¿quién debería ser responsable: los programadores, los propietarios, el fabricante, el regulador público?
- ¿Por qué pensáis que la figura del AA cuidador está feminizada? ¿Qué ocurriría si el robot fuera masculino?
- Después de leer Klara y el Sol, ¿vuestra sensación general sobre el futuro tecnológico es de esperanza, de miedo o de alerta crítica? ¿Qué límites pondríais al uso de IA y biotecnología en niños?
